14 julio 2010

Dar y recibir desde el corazón


Hay una necesidad en mí que tiene y ha cobrado especial  importancia. Observo que me relaciono con mayor sensibilidad últimamente: es la necesidad del apoyo.  Estas semanas me he podido acercar desde otra dimensión al querer encajar y recibir el apoyo inesperado y sin pedir nada a cambio que se me ha brindado. 

El sentimiento de sorpresa que me embarga,  me ayuda a conectarme con el valor que  para mí tiene el apoyo, con lo difícil que es para mí, en general, el hecho de recibir en cualquier situación. También percibo la toma de conciencia del deseo  de querer corresponder al apoyo que me llega desde una especie de obligatoriedad: “tengo que”, “como me ha dado, yo tengo que dar”, “como me ha dado, ahora, tengo que devolver en la medida que me da…”. 


Y quiero estar atenta  a corresponder, al deseo de dar yo también, pero desde otro lugar.
Las preguntas que me han acompañado estas semanas son: ¿Qué me pasa que no puedo recibir sin que yo dé, sin que devuelva? , ¿qué quiero dar cuando recibo? O ¿para qué  o con qué finalidad doy?



Me he visto dividida a la hora de poder explorar otras maneras más personalizadas, más sentidas, más auténticas… con mi sello propio, en situaciones que representan  dar unos papeles o monedas frías con un “gracias”, “a ti”, o “no hay de qué”. Y al mismo tiempo, he querido  tener la posibilidad de quedarme tranquila recibiendo o  también dando, pero sintiendo que no porque el otro me ha dado, no porque “tengo que” corresponder. 


 “Recibiendo con calor lo que me dan también  correspondo”. Pero lo vivo habitualmente, cuando me planteo no dar nada, es algo así como si se cerraran las puertas de la conexión con la otra persona, y entonces tomo conciencia de “mi creencia” limitante: “Para tener la conexión, tengo que dar”. Y esta frase interna la escucho con mucha presión y rigidez ahora que puedo identificarla, como si me presionara y me dejara  encarcelada; ello me aterroriza y me siento con angustia e impotencia al condicionar la conexión a lo que pueda dar.
 
Creo que el paradigma con el que me he movido durante tiempo y todavía está en mí es: “lo que  vale de mi para el otro es lo que le doy. Para tener la conexión con el otro tengo que dar, o  lo que el otro valora de mí es lo que doy, no lo que soy”. 


Y ante este descubrimiento quiero profundizar con las fuerzas internas que me avisan de que quiero abrir más puertas, derribar barreras y trabas que me limitan, para hacer posible que entre más luz. Me alegra ver cómo esa impotencia me da una potencia que la percibo en mi actitud con “pecho hacia fuera”  y con un pensamiento diferente que se va haciendo cada vez más mío: “¡no quiero que sea así!” 

De este modo, llego a ver que cuento con la fuerza de poder crear conexión sin tener que dar, que puedo  explorar otros caminos. Y por lo tanto, abrigo la CONFIANZA de que puede ser posible -o al menos lo quiero intentar- esta vivencia: “Puedo tener la conexión sin tener que dar y lo que me da alas y mucha tranquilidad es observar cómo es sólo cosa mía, personal, es decir, que vaya consiguiendo estar tranquila en no tener que corresponder ni buscar la conexión solamente  dando algo. Pues si yo estoy en paz y abierta, la conexión está (al menos en potencia), pues  confío en que la otra persona  esté dispuesta  a la conexión conmigo cuando me ofrece su apoyo, desinteresadamente, sin esperar nada a cambio.

También me ayuda pensar que puedo estar “en conexión” y en una conexión rica sin tener que dar incluso cuando no vuelva a ver a esta persona. Puedo estar presente sin que esté presente físicamente y que esa presencia sea “la conexión” que me da, haciéndole un lugar en mi corazón y pudiendo ser esta “conexión” mucho más profunda que tal vez el contacto con otra persona que le veo todos los días, pero sin que se establezca conexión interna. 

Confío en que estoy dando (correspondiendo) y recibiendo desde el corazón. Confío en que puede haber ocasiones en que surja dar y corresponder desde el corazón y no desde  el imperativo” tengo que dar”.
En este dar y recibir estoy disfrutando enormemente, pues me resulta más enriquecedor al permitirme conocer más a la persona que hay detrás de este apoyo. Se despierta en mí algo más vivo y más profundo, pues me ayuda también a crecer. 

Celebro que la vida me provea  estas oportunidades, que haya personas a mi alrededor que me estimulan y promuevan estas situaciones. Celebro también mi intención y mi deseo de estar abierta y ser consciente de que me permiten vivir de una manera más rica y plena. 




Julio de 2010, Nerea Mendizabal

1 comentario:

  1. He acabado el libro de la CNV y me impresionado, me he sentido feliz al leerlo y me ha ayudado en ciertos aspectos...ahora con la practica diaria, espero poder integrar esta nueva manera de comunicar.

    ResponderEliminar